Es un estilo elegante de sus formas, colores y texturas y es lo que lo convierte en una apuesta segura y hace que siempre esté de actualidad. Se decanta sobre todo por el blanco y la madera. Madera en sus suelos y paredes y muebles blancos es lo que destaca, dando el toque especial de color en cuadros, cojines y otros elementos auxiliares.
Los tejidos toman el protagonismo en este estilo. Se usan materiales acogedores como la lana, el algodón e incluso el ganchillo y es donde se hace presente el color, haciendo protagonista a los elementos que lo contienen.
Sabremos diferenciar un estilo nórdico en cuanto lo veamos, porque, aunque para gustos los colores, este estilo nos intenta transmitir paz y tranquilidad, y lo cierto es que lo consigue.
Sus muebles son elementos que se hacen con madera al natural, casi sin ningún tipo de mueble nuevo, maderas de aspecto viejo, o piezas recicladas son las que le dan ese toque de confort y acogedor que hacen estas estancias únicas.
Otra las premisas de este estilo es buscar lo práctico. Buscan almacenaje a la vez que sencillez y espacios organizados. Así convierten las estancias de una casa nórdica en espacios únicos y funcionales. Esta funcionalidad se pretende en todos los rincones, y se consigue con elementos que cumplan esta función pero decorando su estancia a la vez.
Muebles que cumplen diferentes funciones son características de este estilo. Mesas con cajones, consolas que hacen de escritorio o bargueños que hacen de aparadores o recibidores.
También se busca la naturalidad, y se consigue en los objetos decorativos que adornan la casa. Los portavelas son tradicionales y casi un imprescindible como también lo son las plantas naturales de interior, flores y otros objetos realizados en materiales naturales como el corcho, el mimbre o caña.
Estos objetos son los que realmente ponen el toque de distinción y acogida que tiene este estilo. Por último, es importantes las alfombras para darle más calidez al suelo y a la estancia.
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